sábado, 13 de noviembre de 2010

El Tiempo

El tiempo palpita cual reloj
de arena movediza,
cabalgando por el desierto de la ilusión
y sigue la implacable huella del sol
sin detenerse ni por un instante
dominado por una vieja pasión.

Ah, el tiempo, ese anciano loco,
sin percibir siquiera
lo que fue el ayer
de lo que pudo ser el hoy,
busca afanosamente cual brújula incierta
en un firmamento sin estrellas
lo que habrá de convertirse en mañana.

Y mientras, ese potro salvaje
corre, corre, corre...

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