sábado, 13 de noviembre de 2010

Rechazo

Me obligaron a callar y callé,
me enseñaron a mentir y mentí,
y en el silencio de la soledad caí
cual bestia en una trampa mortal.
Quise ser ave y sin alas volar,
anhelé el brillo de una estrella fugaz
en la oscuridad eterna de una noche fantasmal,
y en mi delirio tan solo me convertí
en rosa marchita, parodia efímera
de un extraño juego del azar.
Y aprendí que conceder es licencia vana,
y consentir, un negocio necio
para quien en su absurda inconsciencia
permite que lo arrastre una pasión sin freno.

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